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LA ESPIRITUALIDAD

  • Foto del escritor: Daniel Flores
    Daniel Flores
  • 2 may 2020
  • 12 Min. de lectura


Introducción


"Espiritual" y "espiritualidad" se han convertido en palabras notoriamente difusas. En el uso común, casi siempre tienen connotaciones positivas, especialmente en la experiencia religiosa de los jóvenes y adultos jóvenes dentro del cristianismo. [i] Usualmente decimos que tal o cual persona es espiritual, o que me siento espiritual o me gustaría ser más espiritual, pero, rara vez meditamos en el significado bíblico de la palabra espiritualidad. El riesgo más grande de tener una visión incorrecta de la espiritualidad es que en la versión popular de la palabra, alguien espiritual generalmente privatiza su experiencia a su gusto. Es decir, cada uno se siente espiritual a su manera, lo que genera confusión y dudas. Uno que se siente espiritual visitando critica al que se siente espiritual leyendo y a su vez este critica al que se siente espiritual cantando. En medio de ellos está aquel creyente que no sabe si es espiritual porque “no se siente” espiritual. ¿Qué podemos hacer para poder resolver esto? La espiritualidad sin lugar a duda es crucial para el creyente, así que debemos descubrir qué es la espiritualidad, por qué quisiera el creyente ser espiritual y cómo el creyente puede llegar a ser espiritual.


Qué es espiritualidad


La palabra spiritualitas se atestigua por primera vez en el quinto siglo d.C., refiriéndose a la calidad de vida que debería resultar de los dones espirituales impartidos a todos los que creen en Cristo. Con el paso de los años hasta siglo XII en adelante, la idea de una "vida espiritual" se consideraba más o menos idéntica a la religión interior y a las prácticas devocionales explícitas utilizadas para fomentarla, como ayunos, vivir en monasterios, votos de pobreza, etc. Llegó a un punto en que la vida espiritual se consideraba inadecuado para los cristianos laicos y se hizo una distinción entre la vida moral, que incumbe a todos los creyentes, y la vida espiritual, reservada a aquellos en especial llamados o especialmente fervientes. De ahí que muchas veces consideremos como “espiritual” a aquella persona especialmente fervorosa o activa en los servicios religiosos y no al resto de la iglesia. Ahora, en tiempos modernos, el término "espiritualidad" a menudo se extiende para aplicar a los creyentes en religiones distintas al cristianismo.[ii] Es común entonces pensar que un budista, un judío o un sintoísta son realmente igual de espirituales que un cristiano. Esto es así porque ahora “espiritualidad” se utiliza para referirse a la práctica subjetiva de las personas y la experiencia de su religión, o a los ejercicios y creencias espirituales que los individuos o grupos tienen con respecto a su relación personal con Dios. [iii] Es habitual considerar oración, meditación, contemplación y misticismo como factores principales en la espiritualidad, independientemente de su religión o credo. Definir espiritualidad ya no es tan sencillo.


Debemos reconocer que, en un sentido, la espiritualidad es un constructo teológico sintético variable según la persona: es decir, siempre debemos tomar en cuenta el contexto general de la persona para poder saber a qué se refiere con ser “espiritual”. Esto es aterrador porque la "espiritualidad" se ha convertido en una entidad tan mal definida y sin forma que cubre todo tipo de fenómenos dentro de nuestra fe que una generación anterior de cristianos, más entregada al pensamiento robusto que la generación actual, habría descartado como error, o incluso como " paganismo ", pues ahora se le dice espiritual a cualquier cosa que haga llorar, suspirar o hacerte sentir que te elevas fuera de este mundo para tocar otra dimensión. No, la espiritualidad cristiana no es un éxtasis sentimental ni una renuncia gnóstica del mundo creado ni la huida platónica del alma del cuerpo.[iv] Es por eso por lo que no debemos olvidar que no toda experiencia de lo espiritual puede considerarse propiamente una experiencia "espiritual" en el sentido del NT. Es decir, bíblicamente, no toda espiritualidad es espiritual.


Pensemos por ejemplo en las religiones mundiales fuera del cristianismo. Pensemos por ejemplo en el islam. Ellos tienen su libro, el Corán. Ellos aseguran que leer su libro es una experiencia espiritual. ¿Podríamos conceder desde una cosmovisión cristiana que de hecho ellos están teniendo una experiencia espiritual? Muchos dirían que sí, en algún sentido, pero bajo los términos del nuevo pacto, sin embargo, la única persona "espiritual" es la persona que tiene el Espíritu Santo, derramado sobre los individuos en regeneración.[v] En una cosmovisión cristiana solo el Espíritu Santo puede hacer espiritual al hombre, por lo tanto, podemos negar que la lectura de textos percibidos como sagrados sea algo inherentemente espiritual. Es decir, ser espiritual no es meramente una simple actividad relacionada con alguna religión. En una cosmovisión cristiana, se debe pensar en la espiritualidad en relación con el Evangelio Eterno.[vi] En esta cosmovisión, el término espiritualidad está fuertemente ligada con santificarse o purificarse y se usa ampliamente de toda la experiencia cristiana.[vii]


Quizá la imagen más cercana de la espiritualidad en la Biblia es el concepto hebreo, sobre la cuál construiremos nuestro caso. En esta, la espiritualidad es una vida vivida dentro del marco definido por los actos salvíficos de Dios en su historia con su pueblo. Esta historia sagrada se refleja en la fe de la comunidad y en su liturgia, particularmente en sus fiestas conmemorativas que se centran en el templo y sus prácticas.[viii]

Para los hebreos, la espiritualidad es el puente que comunica a Dios con sus creaturas. Esto se refleja en la concepción de Dios como alguien que entra en una relación con su pueblo. Está preocupado por las necesidades de su pueblo, enojado por sus pecados e incluso abierto a un cambio de opinión. Gran parte de la espiritualidad hebrea se centra en la presencia de Dios en esta vida. Aunque su presencia a veces es temida o no siempre deseada (Job 23: 15–17; Salmo 51: 9), la ausencia de Dios es dolorosa de soportar (Salmo 51:11). La vida debe ser vivida en la conciencia de la presencia de Dios; la muerte generalmente significa la pérdida de conciencia, la ausencia de Dios y el cese de la alabanza a Dios (Sal. 6: 4–5; 88: 3–6; Eccles. 9: 5–6, 10). Por eso, los que realmente experimentan la vida son aquellos que obedecen a Dios y son penitentes y humildes en la presencia de Dios (Deut. 30: 15–20; Sal. 119). Por esta razón, la obediencia a la ley es central en la espiritualidad hebrea, porque la ley de Dios es virtualmente la presencia de Dios en medio de su pueblo. La ley expresa la mente de Dios y sus intenciones para su pueblo, y mucho menos para todas sus criaturas. Por lo tanto, uno debe meditar, estudiar y guardar la ley (Deut. 6: 4–9); Al hacerlo, el hebreo quizás estaba ejerciendo el equivalente de la forma cristiana de practicar la presencia de Dios.[ix]


Podemos decir entonces que el término espiritualidad se refiere tanto a una experiencia vivida como a una disciplina académica. Para los cristianos, significa toda la vida tal como se entiende, se siente, se imagina y se decide en relación con Dios, en Cristo Jesús, con el poder del Espíritu. También indica el estudio interdisciplinario de esta experiencia religiosa, incluido el intento de promover su desarrollo maduro.


Por qué ser espiritual


Decíamos que para el cristiano cuyo vocabulario y conceptos sobre este tema están formados por las Escrituras, solo el cristiano es espiritual.[x] Con este fundamento claramente en mente, la espiritualidad cristiana tiene que ver principalmente con la santificación. Requiere gracia divina y cooperación humana deliberada. No es un quietismo pasivo ni un activismo triunfalista. (1 Cor. 15:10.) Entonces, la espiritualidad tiene que ver con la santidad, que es la restauración de la persona humana para lo que fue creada. Se podría decir que la santidad implica la recuperación de la integridad, la integridad de nuestras vidas a medida que el Espíritu las restaura.[xi] ¿No es acaso este el deseo del cristiano? Recuperar la integridad del ser perdida por los efectos del pecado, poder reflejar el Imago Dei con mayor fuerza y claridad son parte de lo que se incluye en la idea de cristiano. Y nada de esto se puede hacer de forma natural o carnal, como Pablo menciona. Tener un estilo de vida espiritual es la sólida base de la comunicación entre Dios y el hombre, el medio por el cuál la oveja conoce a Dios y Dios conoce a su oveja, pues no podemos conocer a Cristo si no es mediante el Espíritu.


Cada vez es más evidente que los cristianos suelen desear ser más espirituales, pero no en un sentido cristiano, sino casi pagano. Evidente porque vagamente tenemos idea de lo que hacemos al etiquetar a cierta persona o experiencia como espiritual. Casi se ha llegado a pensar en ciertos círculos que entre más místico más espiritual (tema que quizá en otra ocasión abordaremos). Aunque es cierto que una persona no puede ser cristiana y no ser espiritual, debemos recalcar que la espiritualidad no es solamente un conjunto de prácticas externas, sino un estilo de vida. Por esta razón, la espiritualidad, al ser un estilo de vida, no es opcional. Todo cristiano debería estar interesado y preocupado por tener una vida espiritual. Si entendemos que la meta del proceso espiritual es renovarse en santidad, justicia y conocimiento según la semejanza de Dios (Ef. 4:24; Col. 3:10), o, lo que es lo mismo, llegar a ser más como Jesucristo a la cuya estatura se mide nuestra madurez (Ef. 4: 13-16) entonces el objetivo es adquirir una interpretación cristiana de todo.[xii] Jesús, siendo el Segundo Adán, más perfecto que el primero, es nuestro ideal como personas espirituales. En un sentido, ser una persona espiritual significa ser la mejor persona posible. Al rendir nuestra naturaleza al poder del Espíritu Santo, nuestras mentes y cuerpos son utilizables como instrumentos de justicia (Rom. 6: 12–14; 12: 2).[xiii] Un cristiano que dice creer el evangelio pero que no es espiritual es un cascarón vacío, pero un cristiano que se cree espiritual sin conexión con el evangelio es un pagano.

Cómo ser espiritual


Hemos mencionado que la espiritualidad está estrechamente ligada con la santificación, por lo tanto, esta requiere disciplina, concentración y esfuerzo, como lo demuestran las muchas exhortaciones de las Escrituras, especialmente aquellas en las que la vida cristiana se describe con figuras como correr y pelear (1 Cor. 9: 24–27; Ef. 6: 10–17). Por otro lado, los hombres siempre deben resistir la tentación de asumir que en efecto se santifican a sí mismos, que el poder espiritual proviene de ellos y que, por lo tanto, pueden confiar en su propia fuerza.[xiv] Es un mal cada vez más común entre los profesos cristianos, que al creer haber alcanzado un nivel espiritual mayor que la media cree tener la capacidad de actuar bajo su propia prudencia.


Desarrollar y mantenimiento el enfoque espiritual cristiano y único se logra mediante disciplinas espirituales como la lectura de la Biblia, la meditación, la oración, el ayuno, la asistencia a la iglesia, regalar cosas y servir a los demás. Sin embargo, desde una perspectiva cristiana, simplemente no es posible aumentar la espiritualidad de uno sin poseer el Espíritu Santo y someterse a su instrucción y poder transformadores. Las técnicas nunca son neutrales.[xv] No por hacer mucho de aquello automáticamente seremos más espirituales. La conexión de estas disciplinas con el evangelio debe ser estrecha. Inicialmente, esto comienza por arrepentirse (metanoia: apartar nuestros ojos espirituales de nuestras concepciones anteriores del mundo para ver la vida desde el punto de vista de Cristo), seguido de concentrarse, enfocarse, conceptualizar e incluso imaginar el carácter de Cristo y la presencia y actividad de Dios. principalmente a través de la lectura de las Escrituras y la oración en el contexto de la comunión de los creyentes. (Recordemos que el hebreo y luego el judío se centran en la presencia de Dios y la ley).[xvi]


Una advertencia importante: La búsqueda del conocimiento místico de Dios sin mediación no está autorizada por las Escrituras, y es peligrosa en más de una forma.[xvii] Es posible que en sus disciplinas espirituales el cristiano haga mezcla la interpretación cristiana con otras interpretaciones que hagan de sus disciplinas espirituales meros formalismos nocivos, como en el caso de los fariseos en tiempos de Jesús. Cuando esto ocurre entonces hay una especie de doble visión que conduce a conflictos, hipocresía y cosas similares (Mateo 6: 19-24). Necesitamos un solo enfoque: una devoción total a Dios (Mateo 6:33). Esto es simplicidad, y requiere la gracia de Dios y nuestra respuesta de sacrificio total y la transformación de nuestras mentes (Rom. 12: 1–2).[xviii]


Para evitar caer en formalismos, debemos recordar que el cristiano no está simplemente copiando a Jesucristo. Tampoco se acepta simplemente los valores de Jesús. El cristiano está aprendiendo la semejanza de Cristo al compartir la vida de Cristo de una manera orgánica (Juan 15: 1–17; 17: 20–24). Compartimos la vida del Cristo resucitado a través del Espíritu Santo que mora en nosotros y que gime en nosotros para completar nuestra redención (Rom. 8: 22–27). Esta residencia es creativa y transformadora. Se le ha llamado gracia "santificante" o "habitual" porque no es solo una ayuda momentánea, sino una fuente vital de santidad. A través de estas disciplinas y de la presencia permanente del Espíritu de Cristo y nuestra respuesta, llegamos a tener la "mente de Cristo", la forma en que Cristo ve el mundo que se convierte en "segunda naturaleza" en nosotros (Fil. 2: 1–5). Esto viene a "conocer" a Cristo, a volverse como él en su muerte y a compartir el poder de su resurrección (Fil. 3: 3–11; 1 Pedro 4: 12–5: 11). El resultado es que la obediencia a Dios es "del corazón"; nos convertimos en "esclavos de la justicia" (Rom. 6: 17-19). Ahora somos libres de servir a Dios y a los demás con amor abnegado.[xix]

Conclusión

Hemos examinado entonces que aquellos cristianos que muestran virtudes cristianas son espirituales, ya que estas virtudes son el fruto del Espíritu.[xx] Quisiera terminar con una cita de mis autoras favoritas:


Quizá preguntes: “¿Cómo permaneceré en Cristo?” Del mismo modo como lo recibiste al principio. “De la manera que recibieron a Cristo Jesús como Señor, vivan ahora en él”. “El justo vivirá por la fe”. Te has entregado a Dios, con el fin de ser enteramente suyo, para servirle y obedecerle, y has aceptado a Cristo como tu Salvador. No puedes expiar tus pecados por ti mismo o cambiar tu corazón; pero, habiéndote entregado a Dios, crees que por causa de Cristo él hizo todo esto por ti. Por medio de la fe llegaste a ser de Cristo, y por medio de la fe tienes que crecer en él; dando y tomando a la vez. Tienes que darle todo –tu corazón, tu voluntad, tu servicio–, darte a él para obedecer todos sus requerimientos; y debes tomar todo –a Cristo, la plenitud de toda bendición, para que habite en tu corazón y para que sea tu fortaleza, tu justicia, tu eterno Ayudador–, con el fin de recibir poder para obedecer.


Conságrate a Dios todas las mañanas; haz de esto tu primer trabajo. Sea tu oración: “¡Tómame, oh Señor, como enteramente tuyo! Pongo todos mis planes a tus pies. Úsame hoy en tu servicio. Mora conmigo, y sea toda mi obra hecha en ti”. Este es un asunto diario. Cada mañana conságrate a Dios por ese día. Somete todos tus planes a él, para realizarlos o abandonarlos según te lo indicare su providencia. Así, día tras día, debes poner tu vida en las manos de Dios, y así tu vida será moldeada cada vez más a semejanza de la vida de Cristo.


Una vida en Cristo es una vida de reposo. Puede no haber éxtasis de sentimientos, pero habrá una confianza permanente y apacible. Tu esperanza no está en ti; está en Cristo. Tu debilidad está unida a su fortaleza, tu ignorancia a su sabiduría, tu fragilidad a su poder eterno. De modo que no debes mirarte a ti mismo, ni dejar que la mente se espacie en el yo, sino mirar a Cristo. Que tu mente se espacie en su amor, en la belleza y la perfección de su carácter. Cristo en su abnegación, Cristo en su humillación, Cristo en su pureza y santidad, Cristo en su incomparable amor; esto es lo que debe contemplar el ser humano. Es amándolo, imitándolo y dependiendo enteramente de él como serás transformado a su semejanza.[xxi]

REFERENCIAS

[i] D. A. Carson, “Editorial: Spiritual Disciplines,” Themelios 36, no. 3 (2011): 377. [ii] F. L. Cross and Elizabeth A. Livingstone, eds., The Oxford Dictionary of the Christian Church (Oxford; New York: Oxford University Press, 2005), 1543. [iii] Ibid. [iv] Dennis L. Okholm, “Spirituality,” in Evangelical Dictionary of Biblical Theology, electronic ed., Baker Reference Library (Grand Rapids: Baker Book House, 1996), 746. [v] D. A. Carson, “Editorial: Spiritual Disciplines,” Themelios 36, no. 3 (2011): 377. [vi] D. A. Carson, “When is spirituality spiritual? Reflections on some problems of definition” JETS 37 (1994): 381–94. [vii] Walter A. Elwell and Barry J. Beitzel, “Sanctification,” Baker Encyclopedia of the Bible (Grand Rapids, MI: Baker Book House, 1988), 1898. [viii] Dennis L. Okholm, “Spirituality,” in Evangelical Dictionary of Biblical Theology, electronic ed., Baker Reference Library (Grand Rapids: Baker Book House, 1996), 746. [ix] Ibid. [x] D. A. Carson, “Editorial: Spiritual Disciplines,” Themelios 36, no. 3 (2011): 377. [xi] Dennis L. Okholm, “Spirituality,” in Evangelical Dictionary of Biblical Theology, electronic ed., Baker Reference Library (Grand Rapids: Baker Book House, 1996), 746. [xii] Ibid. [xiii] Ibid. [xiv] Walter A. Elwell and Barry J. Beitzel, “Sanctification,” Baker Encyclopedia of the Bible (Grand Rapids, MI: Baker Book House, 1988), 1900. [xv] D. A. Carson, “Editorial: Spiritual Disciplines,” Themelios 36, no. 3 (2011): 378. [xvi] Dennis L. Okholm, “Spirituality,” in Evangelical Dictionary of Biblical Theology, electronic ed., Baker Reference Library (Grand Rapids: Baker Book House, 1996), 747. [xvii] D. A. Carson, “Editorial: Spiritual Disciplines,” Themelios 36, no. 3 (2011): 378. [xviii] Dennis L. Okholm, “Spirituality,” in Evangelical Dictionary of Biblical Theology, electronic ed., Baker Reference Library (Grand Rapids: Baker Book House, 1996), 746–747. [xix] Walter A. Elwell and Barry J. Beitzel, “Sanctification,” Baker Encyclopedia of the Bible (Grand Rapids, MI: Baker Book House, 1988), 1900. [xx] D. A. Carson, “Editorial: Spiritual Disciplines,” Themelios 36, no. 3 (2011): 377. [xxi] Elena G. de White, El Camino a Cristo, ed. Aldo D. Orrego, trans. Staff de la ACES, Vigésima edición. (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2007), 37–38.

 
 
 

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